lunes, 6 de agosto de 2012

El Bu de las Muerte

No hay redoble de campanas para los cobardes, ni para los infieles o los que se abandonan así mismos. Este lugar recuerda al fantasma de lo que antes fueron múltiples ciudades, del gusto que ha dado que todo haya desaparecido para dar paso a una nueva era, como siempre se ha dicho, proclamado, "fuera lo viejo, hola a lo nuevo". Esta noche las ruinas no están tan solitarias como se quisiera creer, hay en esto más verdad de lo que se ha dicho, hay más verbo que lo absurdo de estas palabras, más recriminación que lo que nadie se atreverá a decir. El polvo parece darle vida propia al escalón frio de las escaleras, a las paredes que poco a poco van perdiendo el repello, a los tristes marcos de las puertas que nunca darán bienvenida a nadie. Parece que se levanta y danza,  dejando  un camino en los cristales rotos que han sobrevivido al tiempo, al abandono y a las piedras de los jóvenes aburridos.

Pero no planeo aburrirlos con un léxico que no comprenderán. No es mi idea o afán el enseñarles algo que ya sabrán. No esta noche. Porque esta noche es pagana, es la celebración a la muerte, al inicio de un nuevo porvenir, a la creencia de que con violencia se resolverá todo, que la sangre marcara el comienzo de un nuevo escenario. Esta noche nos juntamos en las ruinas de la antigua ciudad para darle algo en común a nuestra guerra por la vida. Si, aquí también está permitido disparar, pueden aventarse los cuchillos y llenar de agujeros las malditas paredes. Los muertos no se quejan, ya no es su asunto, sin embargo, aquella lo disfruta, se contonea entre la sangre y la muerte a su alrededor que solo le hacen el honor, disfruta con toda la destrucción que hacen en su nombre. Hoy esta divina, es la mujer más bella en la tierra, es el hombre más apuesto; si hubiera algún modo para hacerlos dos, sin duda serian la pareja más excelsa de todas, pero se odiarían mutuamente. Pelearía en la búsqueda de la perfección que antes mantenían siendo solo uno. Tranquilos, nadie ha pensado en esto. Ni siquiera Dios.

La luz que llega proviene solo del cielo pero la luna esta tan redonda que con faclidad ilumina su vestido frío, hace revolotear su cabello negro tupido de lamentos e histerias conjuntas que la historia ha depositado en su cuerpo. La niebla que desprende es natural, un velo fantasmagórico que oculta su tenebroso rostro. El lleva un traje recto, oscuro y su melena oscura también cae sobre sus ojos, escondiendo el rojo feroz que aparece cuando las ansias por devorar una vida son casi insoportables. La enormidad de los terrenos baldíos, las sombras que los circundan, no son tan oscuras como ellos. Nada es peor que ellos ni antes ni ahora, son el fin absoluto, son los únicos y lo sabe. Pero ¿Qué es lo que viene a hacer un ser como este a un lugar tan desolado? Retro y fuera de lugar. No hay gente disfrazada alrededor para celebrar esta época, en apariencia no hay ningún ser vivo pero así es mejor, amantes de la soledad. Estúpido seria decir que no pertenecen a aquí. Si fue por él quien la palabra soledad apareció.

Hace pocas décadas, en el tiempo que la ciudad afloraba vida, haya, calles abajo, la gente evitaba este lugar, les estaba prohibido por las, quizás, tantas muertes y desapariciones que allí se llevaron acabó, que sin contar con una explicación, fueron lo suficientemente atroces para crear una leyenda. Dicen que en estas fechas, cerca del 31 de Octubre, se escucha un murmullo, un lamento frívolo y osco; no reclama nada, no tiene coherencia, ni siquiera cuando se le escucha bien. Ha, pero la gente temía, por algo usaban antifaz y escondían su verdadero yo mientras hacían gala y celebraban para que los espíritus se calmaran. Pero nada cambiaba. Esos temerosos son los que caen primero, pues se regodearan de recibir una gracia que nunca recibieron realmente, pero allí estaban, cayendo en su propia fantasía, lamiendo el piso en busca de sus rastros cálidos, dela esencia pura de la vida más allá de la muerte. Ahora vuelve a ser 31 de octubre, es día de fiesta, pero la ciudad este año esta vacía. Él solo viene a recrearse, viene a respirar el aire de una cultura que lo adoro, esperando pacientemente antes de iniciar el recorrido. Hoy será día de fiesta, pero solo ella lo celebrara. Y sus zapatos hacen  eco cuando pasan de largo por la plaza principal, las zapaticas de tacón  rompen el silencio, andando con pausas, sin mirar atrás, sin carruaje que le lleve, sin compañía alguna esta vez. Será mejor celebrar a solas, el objetivo esta marcado y no esperara a que la cena se le enfrié.

El depredador desaparece de la ciudad como llego, sin hacer sonido alguno, como el fantasma que nunca estuvo aquí pero en el que toda la ciudad creyó. Los creyentes le gustaban, la respetaban más antes cuando la creían un Dios vengativo. Triste urbanidad de la humanidad, la era pagana era la mejor, la emocionante y la crítica. Y aquí es donde la historia inicia, después de la presentación en la alfombra roja, empezamos con la obra. Disfrútenla, quizás logren sentirse identificados con algo de lo que aquí suceda.

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